Felicidades Don Juan’i
Me encanta escribir sobre mi infancia, porque fue la etapa más maravillosa de mi vida. El campeonato obtenido hoy por el Olimpia me trasladó de vuelta a aquellos tiempos, treinta años atrás, tenía ocho años y vivía en este mismo lugar donde estoy tecleando ahora, “su majestad del fútbol ponía frente a frente” a los contenientes de siempre pero a diferencia de hoy no había televisión aún, es más ni siquiera energía eléctrica había, y las pocas tv eran a batería de los que usan los camiones.
En el barrio a pocos metros de mi casa estaba la de don Juan’i, es un señor de pelo liso y peinado tipo taza, es de baja estatura pero con un fanatismo a prueba de fuego, su pasión es más grande que èl. Y su amor a la franja era tanto que le trajo varias alegrías pero así también le tocó sorber tragos amargos.
Con mi amigo Vicente, con el que compartía muchas horas del día jugando a la pelota en el popular partido chule’i disfrutábamos del futbol a pleno.
Los clásicos Cerro-Olimpia casi siempre se jugaban los domingos, y recuerdo que las previas lo vivíamos frente a esta casa, saltábamos, gritábamos y nos íbamos frente a la casa de don Juan a hacer hincha por nuestro querido Ciclón, mientras del otro lado salía don Juan respondiéndonos con su ajada camiseta de la franja.
Cuando terminaba los noventa minutos y si ganaba el Ciclón Vicente y yo corríamos alborotados y pletóricos de alegría rumbo a la casa de don Juan para fregarle nuestro triunfo. Sólo que nunca lo encontrábamos pues al consultarle a doña Virginia, su esposa, el paradero de don Juan’i nos contestaba que estaba escondido como un niño bajo su cama…jajaja..con mi inseparable amigo cerrista nos retorcíamos de la risa.
Pero si el resultado era a favor de los olimperos, tragános tierra, corríamos con mi petiso amigo sin rumbo desconocido, hasta donde nos dé las piernas. Y antes de emprender la huida escuchábamos desde la casa de don Juan el redoblar de la tapa de su viejo tambor quizás bailando alguna danza rara olimpista.
Un día jugando al futbol me torcí el tobillo, se me hinchó como un balón número cinco, por suerte le tenía cerca a don Chico, ya finado, era experto en articulaciones y huesos, era el màs poderoso de todo el Paraguay, con decirles que a diario desfilaban por su casa jugadores de renombre de aquella época como Virginio Càceres, Justo Jacquet y otros.
Pero a lo que voy es que, mi lesión ocurrió dos días antes de otro clásico, y estaba con una pierna encima de la silla pegado a mi radio escuchando con Vicente, hasta que el pitazo final dio favorable al Decano por la mínima diferencia después de un histórico partido. Y mi tobillo no me respondió ese día, no podía emprender mi veloz carrera hacia lo desconocido. Sólo me resigné a esperar y escuchar el retumbar de la tapa de tambor de don Juan que a lo lejos lo veía venir. Y la venganza fue terrible, lo recibí con mi cabeza hundida entre mis piernas y aún así no podía escapar del retumbar de la tapa de tambor que como hoy resuena una y otra vez en mi cabeza. Hoy don Juan ya está con varios años encima, ya no vendrá con su redoble de tambor, ni su agujerada franja negra, pero sí lo imagino sentado en su casa, reodeado de hijos adultos,nietos y nietas esbozando una pìcara sonrisa. FELICIDADES DON JUAN CAMPEON. *F.j.s.r.

No hay comentarios:
Publicar un comentario